Rimas
Una colección de los 66
Autor:Gustavo Adofo Bécquer

XI

Yo soy ardiente, yo soy morena,
yo soy el símbolo de la pasión;
De ansias d goces mi alma está llena
¿A mí me buscas? -No se a ti; no.

-Mi frente es pálida; mis trenas de oro:
Puedo brindarte dichas sin fin;
yo de ternura guardado un tesoro.
¿A mí me llamas? - No; no es a ti.

-Yo soy un sueño, un imposible,
Vano fantrasma de niebla y luz;
soy incorpórea, soy intangible;
No puedo amarte. -¡Oh, ven; ven tú!

XIII

Tu pupila es azul, y cuando ríes,
Su claridad suave me recuerda
El trémulo fulgor de la mañana
Que en el mar se refleja.

Tu pupila azul, y cuando lloras,
Las transparentes lágrimas en ella
Se me figuran gotas de rocío .
Sobre una violeta.

Tu pupila es azul, y si en su fondo
Como un punto de luz radia una idea,
Me parece en el cielo de la tarde
¡Una perdida estrella!

XVII

Hoy la tierra y los cielos me sonríen;
Hoy llega al fondo de mi alma el sol;
Hoy la he visto... le he visto y me ha mirado.
¡Hoy creo en Dios!

XVIII

Fatigada del baile,
Encendido el color, breve el aliento,
Apoyada en mi brazo,
Del salónfse detuvo en un extremo.

Entre la leve gasa
Que levantaba el palpitante seno,
Una flor se mecía.
En compasado y dulce moviento.

Como en cuna de nácar
Que empuja el mar y que acaricia el céfiro,
Tal vez allí dormía
Al soplo de sus labios entreabiertos.

-¡Oh! ¿Quién así -Pensab-
Dejar pudiera deslizarse el tiempo?
¡Oh, si las flores duermen,
Qué dulcísimo sueño!

XIX

Cuando sobre el pecho inclinas
La melancólica frente,
Una azucena tronchada
Me pareces.

Porque al darte la pureza
De que es símbolo celeste,
Como a ella te hizo Dios
De oro y nieve.

XX

Sabe, si alguna vez tus labios rojos
Quema invisible atmósfera abrasada,
Que el alma que hablar puede con los ojos.
También puede besar con la mirada.

XXI

-¿Qué es poesía? -dices mientras clavas
En mi pupila tu pupila azul;
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía eres tú.

XXII

¿Como vive esa rosa que has prendido
Junto a tu corazón?
Nunca hasta ahora comtemplé en la tierra
Sobre el volcán la flor.

XXIII

Por una mirada, un mundo;
Por una sonrisa, un cielo;
por un beso... ¡yo no sé
Que te diera por un beso!

XXIV

Dos rojas lenguas de fuego
Que a un mismo tronco enlazadas,
Se aproximan, y al besarse
Forman una sola llama;

Dos notas que del laúd
A un tiempo la mano arranca,
y en el espacio se encuentran
y armoniosas se abrazan;

Dos olas que vienen juntas
A morir sobre una playa,
Y que al romper se coronan
Con penacho de plata;

dos jirones de vapor
Que del lago se levantan,
Y al juntarse allí en el cielo
Forman una nube blanca;

Dos ideas que al par brotan,
Dos besos que a un tiempo estallan,
Dos ecos que se confunden...
Eso son nuestras dos almas.

LIII

Volveran las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
ésas... ¡no volverán!

Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
ésas... ¡no volverán!

Volve~án las tupidas eadreselvas
 de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde mún más hermosas
sus flores se abrirán.
 Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotis mirábamos temnlar
y caer con lágrimas de` día...
ésms... ¡no volverán!

Vclverán del amor$en tus oídos tu coraz÷n, de tu profundo dueño
tah vez despertará.

Perg mudo y absorto$y de rodillas, como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he quermdo... desengañape,
así... ¥no te querrán!

Copyright El Diablo Rey.
Last revised: January 13, 2001.
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