Rimas
Estraídos de la serie de los complementarios:
Autor: Antonio Machado

LIII

A una mujer tres poetas,
Abel infanzón, Juan Diego
y Vicente Gil, cantaron.
Canto Infanzón el primero:
"El aire por donde pasas,
niña, se incendia,
y a la altura de tus ojos
relampaguea.
Guarde Dios mi campo
de la nube negra,
guárdeme Santa María
de la amorosa tormenta.
No me mires más:
fuego que encienden tus ojos
ni tú misma apagarás."
Trovó Juan Diego, pulsando
a rebato en su vihuela.
¡Favor a mí, que me abraso!:
"Un arroyuelo corría
entre los dos, y en tus manos
yo el agua clara bebía.

La niña se hizo mujer,
y el arroyo en ancho río.
Ya no me das de beber.
Ya no te alcanzo,
y es la sed que me abrasa,
sed de tus manos."
Siguío Vicente, pulsando
la prima de su guitarra
en el tema de Juan Diego:
la sed y el agua.
"la sed y el agua, dijo,
son dos hermanas,
ni agua sin sed, morena,
ni sed sin agua.
Aunue suspiro,
bien sé que te pido."

LIII bis

Cantó vicente, pulsando
la prima de su guitarra,
y, como Infanzón y Diego,
habló del fuego y el agua.
Del fuego tengo cenizas
que no matarán el fuego,
sino que guardan mi brasa
para mañana encenderlo.
La sed en agua
cual ceniza en candela
también se guarda,
y es el agua que debo
sed de mañana.
Mejor se guarda
que ceniza en candela
mi sed en agua,
que es el agua que bebo
sed de mañana.
Linda morena,
como la sed va siempre
del agua cerca.
Aunque suspiro
ya sé que darme quieres
lo que te pido.
Quedó embebecida Inés
la última trova escuchando
y, quién sabe si pensando
en alguno de los tres.

XII

Amada, el aura dice
tu pura veste blanca...
No te verán mis ojos;
¡mi corazón te guarda!
El viento me ha traído
tu nombre en la mañana;
el eco de tus pasos
repite la montaña...
No te verán mis ojos;
¡mi corazón te aguarda!
En las sombrías torres
repican las campanas...
No te verán mis ojos;
¡mi corazón te aguarda!
Los golpes del martillo
dicen la negra caja;
y el sitio de la fosa,
los golpes de la azada...
no te veran mis ojos;
¡mi corazón te aguarda!

XVI

Siempre fugitiva y siempre
cerca de mí, en negro manto
mal cubierto el desdeñoso
gesto de tu rostro pálido.
No sé adónde vas, ni dónde
tu virgen belleza tálamo
busca en la noche. No se
qué sueños cierran tus párpados
ni de quien haya entreabierto
tu lecho inhospitalario.

Detén el paso, belleza
esquiva, detén el paso.
Besar quisiera la amarga,
amarga flor de tus labios.

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Last revised: January 13, 2001.
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